lunes, 10 de mayo de 2010




El proceso de la Independencia de México fue uno de los más largos de América. La Nueva España permaneció bajo el control de la Corona por tres siglos. Sin embargo, a finales del siglo XVIII, ciertos cambios en la estructura social, económica y política de la colonia llevaron a una élite ilustrada de novohispanos a reflexionar acerca de su relación con España. Sin subestimar la influencia de la Ilustración, la Revolución francesani la independencia de Estados Unidos, el hecho que llevó a la élite criolla a comenzar el movimiento emancipador fue la ocupación francesa de España, en 1808. Hay que recordar que en ese año, Carlos IV y Fernando VII abdicaron sucesivamente en favor de Napoleón Bonaparte, para después cederla a su hermano José Bonaparte, de modo que España quedó como una especie de protectorado francés.
En las colonias españolas en
América, se formaron varias juntas que tenían como propósito conservar la soberanía hasta que regresara el rey Fernando VII al trono. Nueva España no fue la excepción (encabezados por Francisco Primo de Verdad y Ramos), la diferencia es que el primer intento de este tipo concluyó con la destitución del virrey y la sujeción del Ayuntamiento de México a la autoridad directa de la nueva cabeza de la colonia (que a diferencia de Iturrigaray, no simpatizaba con la Junta). Tal situación llevó a los criollos a radicalizar su posición. Finalmente, el núcleo donde hubo de comenzar la guerra por la independencia fue Dolores, Guanajuato, luego que la conspiración de Querétaro fue descubierta. Aunque aquel 16 de septiembre de 1810 el cura Miguel Hidalgo y Costilla se lanzó a la guerra apoyado por una tropa de indígenas y campesinos, bajo el grito de "¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva Fernando VII! ¡Muerte al mal gobierno!", finalmente la revolución le llevó por otro camino y se convirtió en lo que fue: una guerra independentista.
El conflicto duró once años y distó mucho de ser un movimiento homogéneo. Como se ha dicho, al principio reivindicaba la soberanía de Fernando VII sobre España y sus colonias, pero con el paso del tiempo adquirió matices republicanos. En 1813, el
Congreso de Chilpancingo (protegido por el generalísimo José María Morelos y Pavón) declaró constitucionalmente la independencia de la América Mexicana. La derrota de Morelos en 1815 redujo el movimiento a una guerra de guerrillas. Hacia 1820, sólo quedaban algunos núcleos rebeldes, sobre todo en la sierra Madre del Sur y en Veracruz. Por esas fechas, Agustín de Iturbide pactó alianzas con casi todas las facciones (incluyendo al gobierno virreinal) y de esta suerte se consumó la independencia el 27 de septiembre de 1821. España no la reconoció formalmente hasta diciembre de 1836 y de hecho intentó reconquistar México, sin éxito.
La ex colonia española pasó a ser una efímera monarquía constitucional católica llamada
Imperio Mexicano. Finalmente fue disuelto en 1823, cuando luego de varios enfrentamientos internos y la separación de Centroamérica, se convirtió en una república federal.


situacion de españa.
Este factor fue determinante, pues el clero español sabía que si Napoleón tomaba el poder en España, al tener una ideología diferente al catolicismo, perdería su poder sobre el pueblo, por esta razón también el cura Miguel Hidalgo y Costilla junto con el padre José María Morelos y Pavón iniciaron la lucha armada, para que el poder de Napoleón no afectara directamente al clero de la Nueva España.
La invasión de Portugal por parte de las tropas de Napoleón en 1807 obligó la huida de la Casa de Braganza a Brasil. En España, este suceso había provocado la división de la familia real española. Instigado por Manuel Godoy, el príncipe de Asturias había planeado un complot para destituir a sus padres de la corona. Finalmente, logró que Carlos IV abdicara en su favor el 19 de marzo de 1808. Tal suceso no complació en nada a Bonaparte, que intentó forzar a Carlos IV a declarar nula su abdicación. Aunque Fernando VII intentó formar un gobierno propio y organizar España, Napoleón le condujo con engaños a Bayona, donde el 5 de mayo de 1808 lo forzó a cederla corona a su padre, para que luego éste la entregara al francés.

juntas en queretaro.
En la zona de El Bajío, comenzaron a organizar una conjura en San Miguel el Grande los capitanes Ignacio Allende y Mariano Abasolo quienes habían tenido contacto, el año anterior, con los conspiradores de Valladolid, José Mariano Michelena y José María García Obeso. Las reuniones se trasladaron a la ciudad de Querétaro, en donde se sumaron un grupo de letrados, pequeños comerciantes y más militares del ejército colonial. Este grupo celebraba juntas disfrazadas de "academia literaria". Entre sus miembros se encontraban el cura Miguel Hidalgo y Costilla, el pequeño industrial Juan Aldama, el corregidor de la ciudad José Miguel Domínguez con su esposa Josefa Ortiz de Domínguez, el presbítero José María Sánchez, los abogados Parra, Altamirano y Laso, Francisco Araujo, Antonio Téllez, Ignacio Gutiérrez, los comerciantes Epigmenio y Emeterio González, el regidor Villaseñor Cervantes, el capitán Joaquín Arias, el teniente Francisco Lanzagorta y el teniente Baca. La organización de los conspiradores contemplaba en el mando de Allende como general, Aldama como segundo e Hidalgo al frente del movimiento popular, sus primeros pasos serían la destitución de todos los españoles en los puestos de gobierno, apoyados por un levantamiento que se llevaría a cabo el 1 de octubre,[64] para lo cual se prepararon lanzas, espadas y municiones que almacenaron en San Miguel el Grande, Dolores y Querétaro
Pero la Conspiración de Querétaro fue denunciada, el 9 de septiembre, por el empleado de correos José Mariano Galván. Al día siguiente, el propio capitán Joaquín Arias, al creer que todo estaba perdido, se autodenunció ante el alcalde Juan Ochoa . Otras denuncias llegaron a oídos del comandante Ignacio García Rebolledo, de esta manera se presionó al corregidor Domínguez para catear la casa de los hermanos González. En lugar se encontró armamento almacenado, en consecuencia Epigmenio y Emeterio fueron aprehendidos. Josefa Ortiz tuvo tiempo de enviar como mensajero al alcalde Ignacio Pérez para poner en sobre aviso a los conspiradores que se encontraban en San Miguel el Alto.


iniciacion de la independencia.
Pérez cabalgó la noche del 15 de septiembre hasta San Miguel logrando contactar a Juan Aldama, quien de inmediato se trasladó a Dolores, lugar al que llegó en la madrugada del 16 de septiembrepara informar las malas noticias a Allende e Hidalgo. Después de un intercambio de opiniones, el cura exclamó: "Si, lo he pensado bien, y veo que estamos perdidos y que no queda más recurso que ir a coger gachupines". Con ayuda de ochenta presos, que liberaron de la cárcel, capturaron al delegado Rincón, se dirigieron al atrio de la Iglesia, tocaron las campanas, Hidalgo pronunció un discurso explicando que el movimiento al que incitaba era para derribar al mal gobierno, quitando del poder a los españoles que trataban de entregar el reino a los franceses, le ofreció a la población que se dejarían de pagar tributos, ofreciendo a quienes participaran un peso diario si llevaban caballo y la mitad a los de a pie. Se aprehendieron a diecinueve españoles. Se juntaron más de seiscientos hombres, a quienes se les repartieron lanzas y machetes, Hidalgo arengó a la población, las palabras exactas que pronunció,



primeros avances militares
Entre 1785 y 1786, en Nueva España se había producido una de las crisis agrícolas más grandes de su historia, provocando una hambruna en la que murieron cerca de 300 000 personas. Entre 1808 y 1809 una grave sequía en El Bajío había reducido las cosechas, por consiguiente los alimentos habían cuadruplicado sus precios, por otra parte, las guerras en Europa habían provocado escasez y desempleo. Los campesinos vieron en Hidalgo a un líder que podría conducirlos a una vida mejor, de esta forma los insurgentes lograron conseguir adeptos muy rápidamente.
Contaba además, con los refuerzos que pudieran proveerle Allende y Mariano Abasolo, oficiales del Regimiento de Dragones de la Reina en San Miguel el Grande. Acompañado de esta tropa, cuya magnitud se desconoce, se dirigieron primero a Atotonilco, donde tomaron el estandarte de la Virgen de Guadalupe, que fue considerado el emblema del movimiento. Ahí nuevamente Hidalgo arengó a su tropa, con el grito de "¡Viva la Virgen de Guadalupe , viva Fernando VII!", la población respondía "¡Viva la América y mueran los gachupines!".
Al paso de los insurgentes por las poblaciones del oriente de Guanajuato, se unieron mineros y peones de las haciendas aledañas, algunos pocos llevaban armas de fuego, pero la mayoría estaban armados con machetes, lanzas, palos, garrotes, hondas y piedras. El 21 de septiembre, cuando llegaron a las inmediaciones de Celaya, su fuerza era de veinte mil hombres. Seguidos por los soldados y la masa del pueblo, Hidalgo y Aldama marcharon a la cabeza del contingente enarbolando un retrato de Fernando VII. Al llegar a la ciudad, sonó un disparo y la plebe comenzó a realizar un saqueo en la ciudad. Los soldados comandados por Aldama intentaron inútilmente contener la acción. En esa población, Miguel Hidalgo fue nombrado capitán general, quedando al mando del ejército por encima de Allende —que sin duda era más hábil en lo que se refiere a táctica militar— a quien se le nombró teniente general. De Celaya, los insurgentes salieron con rumbo noroeste y en su camino se apoderaron de Salamanca, Irapuato y Silao. Cuando llegaron a las inmediaciones de Guanajuato, el 28 de septiembre, el número de los rebeldes había aumentado considerablemente. La mayor parte de las clases altas urbanas de Nueva España vieron al principio con buenos ojos la revolución encabezada por Hidalgo, pero a medida que se evidenció que los jefes insurgentes no podían contener a sus seguidores, el apoyo se fue desvaneciendo, incluso el mismo Ignacio Allende comenzaba a ver con recelo a Hidalgo, a quién más tarde acusaría de haberse dejado llevar por la plebe



Batalla del monte de las cruces.

Los insurgentes avanzaron hacia Toluca para llegar a la antesala poniente de la Ciudad de México en el Monte de las Cruces. Con el propósito de hacer frente a la rebelión, el teniente coronel Torcuato Trujillo con un destacamento realizó reconocimientos en el área de Ixtlahuaca, pero al confirmar el avance del numeroso ejército que comandaba Hidalgo prefirió tomar posiciones con en el mayor Mendívil, en Lerma y en el puente de Atengo. Los rebeldes arrollaron la posición del puente avanzando por Santiago Tianguiste. Un grupo comandado por el capitán Bringas llegó a la escena para apoyar a Trujillo. La batalla se libró en el bosque, las fuerzas insurgentes dirigidas por Abasolo, Jiménez y Allende realizaron el ataque en un movimiento envolvente, logrando la victoria. Cuando se agotaron las municiones, los defensores huyeron a la Ciudad de México bajando por Cuajimalpa y Santa Fe; entre los sobrevivientes marchaba Agustín de Iturbide. Durante el combate murieron más de cinco mil hombres, con bajas semejantes para ambos bandos.
En la capital, Venegas preparó la defensa, exaltó a los habitantes enarbolando la imagen de la Virgen de los Remedios. El 31 de octubre, Jiménez y Abasolo bajaron con una bandera blanca para negociar la capitulación con el virrey, pero éste respondió con una negativa, esperando la próxima llegada de los ejércitos virreinales comandados por Calleja y Flon. Por razones que son desconocidas, el generalísimo prefirió volver a la capital de Michoacán, esta decisión provocó la deserción de la mitad de las tropas e inció el distanciamiento con Allende quien no estuvo de acuerdo con la determinación de Hidalgo.

Batalla de Guanajuato.
Hidalgo en lugar de permanecer más tiempo en Valladolid se dirigió hacia Guadalajara desviándose del plan acordado con Allende, quien se lo reprochó pues contaba con la ayuda de recibir refuerzos del generalísimo en Guanajuato. Esta acción provocó un distanciamiento entre los jefes insurgentes, la cual se acrecentó cuando Allende se enteró que Hidalgo —cediendo al deseo de las masas populares— había ordenado el fusilamiento de cuarenta españoles en Valladolid, y cuando se percató que el cura había dejado caer en el olvido la figura de Fernando VII.
El ejército virreinal al mando de Calleja y Flon vencieron a las tropas de Allende en la Batalla de Guanajuato obligando a los insurgentes a escapar. Entre los habitantes que permanecieron en la ciudad se corrió el rumor de que el ejército virreinal estaba próximo a entrar a la ciudad y que pasaría a cuchillo a todo aquel que hubiese apoyado a los rebeldes. Algunos pobladores asustados y encolerizados, decidieron asesinar a ciento treinta y ocho españoles que se encontraban presos en la Alhóndiga de Granaditas.[113] Cuando Calleja se enteró de esta matanza, dio la orden a su tropa de entrar a degüello por la ciudad, la cual fue obedecida y sólo detenida por las incesantes súplicas del padre Jesús Belaunzarán. Poco despúes, Flon y Calleja ordenaron fusilar a más de treinta sospechosos de haber participado en la rebelión, además se levantó un cadalso en el cual fueron ahorcados otros treinta y dos simpatizantes de los insurgentes.



Batalla del monte de las cruses.
A principios de noviembre de 1810, José Antonio Torres logró imponerse sobre la poca resistencia que ofrecieron las fuerzas virreinales en La Barca y en la Batalla de Zacoalco.Con una fuerza de veinte mil hombres entró a la ciudad de Guadalajara el 11 de noviembre. Casi de inmediato José María Mercado fue comisionado para tomar las plazas de Tepic y San Blas, objetivos que logró, sin disparar un solo tiro el 28 de noviembre y el 1 de diciembre respectivamente. Pero en la zona del Bajío, las plazas que habían sido tomadas por los insurgentes fueron recuperadas por el ejército virreinal. Las jefes insurgentes se reunieron nuevamente cuando Hidalgo llegó a Guadalajara el 26 de noviembre y Allende el 12 de diciembre.
Durante su estancia en Guadalajara, Hidalgo publicó un bando aboliendo la esclavitud, derogó los tributos a las castas, eliminó los estancos de la pólvora y del tabaco, así como las cajas de comunidad y pensiones que se exigían a los indígenas. Hizo publicar el periódico independiente El Despertador Americano. Los insurgentes trataron de organizar un gobierno, nombraron a José María Chico como ministro de Justicia y de Gracia, a Ignacio López Rayón como ministro de Estado y Despacho, y a Pascasio Ortiz de Letona como ministro plenipotenciario ante el congreso de los Estados Unidos con el objetivo de buscar una alianza militar y económica. Durante esas fechas, Hidalgo escribió el borrador del Manifiesto sobre la autodeterminación de las naciones:
«Cuando yo vuelvo la vista por todas las naciones del universo y veo que quieren gobernarse por individuos de su misma nación, no puedo menos creer que ésta es una idea impresa en ella por el Dios de la naturaleza. El francés quiere ser mandado por francés; el inglés, por inglés; el italiano, por italiano; el alemán, por alemán...Esto entre las naciones cultas. Y entre los bárbaros de América, el apache quiere ser gobernado por apache; el pima, por pima; el tarahumara, por tarahumara, etcétera. ¿Por qué a los americanos se les ha de privar del goce de esta prerrogativa? Hablad, españoles injustos, ¿por qué no queréis que gocemos lo que Dios ha concedido a todos los demás hombres? Vosotros, indignos de llamaros humanos, ¿por qué nos queréis privar de las dulzuras de la independencia?»
Miguel Hidalgo, diciembre de 1810.
Hidalgo escuchó la denuncia de una conspiración que se fraguaba por parte de los españoles de Guadalajara para entregar la ciudad al ejército de Calleja, el cual se aproximaba. Sin mayor preámbulo el generalísimo ordenó la ejecución de ochenta sospechosos en el cerro de la Bateas. Las matanzas se continuaron realizando de manera furtiva por parte del coronel Vicente Loya y algunos de sus hombres alcanzando la cifra de trescientas cincuenta víctimas. Allende y Aldama reclamaron airadamente esta acción, pero Hidalgo fue condescendiente con los asesinos. Este evento fue el punto límite que provocó el distanciamiento de Allende con el generalísimo.
Al saber del avance de las tropas virreinales hacia Guadalajara, se celebró una junta de guerra. Allende propuso dejar entrar libremente al contingente de Calleja en la ciudad, para que una vez que estuviera dentro, emboscarlo por todas direcciones; pero Hidalgo decidió que la opción sería combatir en las afueras de la ciudad. Un ejército de reserva, comandado por José de la Cruz y Pedro Celestino Negrete, avanzaba también hacia Guadalajara. Hidalgo ordenó a Ruperto Mier marchar con dos mil hombres para detener este otro avance. Estas fuerzas se confontaron en la Batalla de Urepetiro con la consecuente derrota de los insurgentes.
El 16 de enero, noventa y tres mil insurgentes tomaron posiciones en los alrededores del Puente de Calderón, el día 17 de enero de 1811, el ejército virreinal conformado por ocho mil hombres al mando de Calleja y Flon llegaron al lugar dando inicio a la Batalla del Puente de Calderón.[ Después de seis horas de combate, una granada cayó en el carro de municiones de los insurgentes. La detonación provocó pánico y una estampida de los rebeldes quienes "como palomas" huyeron atropelladamente perdiendo sus posiciones y dando la victoria a los virreinales.
Con un número reducido de tropa, los insurgentes se vieron obligados a huir hacia Aguascalientes, en la hacienda del Pabellón, Hidalgo fue relevado de su cargo de generalísimo.[ Allende dirigió la tropa hacia Zacatecas, sin encontrar ayuda en esa ciudad decidieron dirigirse hacia el Saltillo, lugar que mediante la Batalla de Aguanueva había logrado tomar José Mariano Jiménez. Decidieron buscar el apoyo de las provincias septentrionales de la Nueva España. Por otra parte, cuando José de la Cruz llegó a Guadalajara, fue comisionado para enfrentar a José María Mercado en Tepic, a quien derrotó el 31 de enero de 1811.


campaña de puebla.
Nuevas rebeliones insurgentes dirigidas por Juan Nepomuceno Rosáins, Máximo Machorro, Camilo Suárez, Vicente Gómez se iniciaron en Chalchicomula, Huamantla, Atlixco, Tepeaca y Tehuacán, las cuales fueron combatidas por el brigadier realista Olázabal. Estas fuerzas insurgentes siguieron combatiendo en la zona de Acultzingo. Mientras tanto, en Yautepec, Gabriel Armijo liquidó a Francisco Ayala, y Valerio Trujano fue atacado durante el Sitio de Huajuapan por el general realista José María de Régules Villasante desde el 5 de abril. El 4 de julio, Hermenegildo Galeana logró derrotar a José María Añorve en la Batalla de Zitlala. Morelos fue informado de la situación en la que se encontraba Trujano, de inmediato acudió al lugar logrando romper el sitio el 24 de julio, el cual tuvo una duración mayor a cien días. A finales de septiembre las fuerzas de Morelos prosiguieron su avance hacia Tepeaca y Tehuacán.
Trujano fue atacado y derrotado por el capitán realista Saturnino Samaniego en el rancho de la Virgen en las inmediaciones de Tepeaca, el insurgente que había resistido el largo sitio de Huajuapan murió el 7 de octubre.[187] El 28 de octubre, Morelos logró con éxito la Toma de Orizaba, provocando la huída del coronel José Antonio Andrade, pero abandonó el lugar el 31 de octubre al saber que un contingente dirigido por el coronel Luis de Águila se aproximaba a la ciudad. Morelos concentró sus fuerzas en Tehuacán, contando con cinco mil hombres y cuarenta cañones bajo los mandos de Mariano Matamoros, los tres Galeanas, Miguel y Victor Bravo, Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, y Manuel Mier y Terán juntos marcharon hacia Oaxaca el 10 de noviembre de 1812.
Toma de oaxaca.
El 25 de noviembre, Morelos y su ejército ocuparon la ciudad de Oaxaca la cual era defendida por el teniente general Antonio González Saravia y José María de Régules Villasante, quienes después de la derrota fueron capturados y fusilados. En la ciudad se instituyó un gobierno autónomo, José María Murguía fue nombrado intendente. Se fundó el periódico Correo Americano del Sur cuya redacción inicial estuvo a cargo del cura José Manuel de Herrera. El gobierno insurgente de la ciudad de Oaxaca duró de 1812 hasta 1814 cuando fue recuperada la población por el ejército realista. Fue la primera y única vez en que Morelos pudo tomar el control de una ciudad importante. Fue en esta plaza donde Morelos recibió los Elementos constitucionales redactados por Ignacio López Rayón, entre los puntos más importantes destacaron:
1.- La América es libre e independiente de toda otra nación.
2.- La religión católica será la única sin tolerancia de otra.5.- La soberanía dimana inmediatamente del pueblo, reside en la persona del señor don Fernando VII y su ejercicio en el Supremo Congreso Nacional Americano.24.- Queda enteramente proscrita la esclavitud.
Elementos constitucionales de Ignacio López Rayón.
Morelos fue nombrado el cuarto vocal de la Junta de Zitácuaro, pero se deslindó finalmente de la tesis fernandista, mediante una carta en la que solicitó "que se le quitara la máscara a la independencia, porque ya todos sabían la suerte de Fernando VII".
Mientras tanto, Nicolás Bravo se situó en el Puente del Rey sobre la carretera de Veracruz a Xalapa, entorpeciendo el tráfico de los realistas y secuestrando recursos materiales. Ramón López Rayón venció en Jerécuaro a José Mariano Ferrer. Los vocales de la Junta actuaron cada uno por su cuenta en distintas regiones: José Sixto Verduzco permaneció en la zona de Michoacán en Uruapán, Pátzcuaro y Tancítaro, fue perseguido constantemente por Pedro Celestino Negrete y Luis Quintanar; Ignacio López Rayón se trasladó a la intendencia de México, realizó operaciones militares en Ixmiquilpan y se reunió en Huichapan con Julián Villagrán para saber los pormenores de las actividades que este había realizado en San Juan del Río y Zimapán; y José María Liceaga se internó en el territorio de Guanajuato, fue perseguido por Agustín de Iturbide en Yuriria, al ser derrotado, tuvo que trasladarse al Valle de Santiago para reclutar gente en compañía de José María Cos. Los vocales reclamaron cada uno para sí la jefatura de la Junta, entraron en una discusión que finalmente condujo a la desaparición de facto de este órgano de gobierno hacia la primera mitad de 1813, fue el doctor Cos quien trató de reconciliarlos




Consumacion de la independencia.
Después de más de diez años de lucha, se estima que habían muerto más de un millón de personas en Nueva España, es decir una sexta parte de la población. Los gastos de guerra en España y en América pusieron al reino en la bancarrota. En España, la revolución iniciada por Rafael de Riego dio inicio al Trienio Liberal, de esta forma se restauró la vigencia de la Constitución de Cádiz. Fueron impuestas medidas anticlericales para restar el poder de la Iglesia, entre ellas la expulsión de los jesuitas, la abolición de diezmo y de la Inquisición. Cuando la elite de Nueva España vio afectados sus intereses intentó rechazar la forma de gobierno liberal. Una serie de reuniones encabezadas por el canónigo Matías de Monteagudo tuvieron lugar en el oratorio de San Felipe Neri, fueron conocidas bajo el nombre de Conspiración de la Profesa. Los conspiradores vieron en Agustín de Iturbide a un jefe militar capaz de dar un giro a la lucha de Independencia, la cual en lugar de tener el matiz popular, que habían abanderado Hidalgo y Morelos, se convirtió en un proyecto de elites que deseaban devolver a Fernando VII su poder absoluto.

Iturbide y Fernando VII de España
En lo que supuestamente iba a hacer la última campaña realista contra los insurgentes, el virrey Juan Ruiz de Apodaca mandó una fuerza comandada por el realista criollo Agustín de Iturbide a vencer al ejército de Guerrero en Oaxaca. Iturbide, hijo nativo de Valladolid, se hizo famoso por la pasión con la que perseguía a las fuerzas de Hidalgo y Morelos durante los primeros años de la lucha por la independencia. Favorito entre la jerarquías de la Iglesia mexicana, Iturbide era la encarnación del criollo conservador perfecto: pío, religioso, y dedicado a la protección de la propiedad privada y de los privilegios sociales. Sin embargo, Iturbide estaba insatisfecho: carecía de alto rango militar y de riquezas.
La misión de Iturbide en Oaxaca coincidió con un exitoso golpe militar en España contra el nuevo monarca, Fernando VII. Los líderes del golpe, que habían sido reunidos como una expedición militar para suprimir los movimientos independistas en las Américas, obligaron el rey Fernando a firmar la constitución liberal de 1812. Cuando las notícias de los acontencimientos llegaron a México, Iturbide las entendió como un peligro al status quo y una oportunidad para que los criollos tomaran el control de México. Irónicamente la independencia de México fue consumada cuando las fuerzas conservadores en la colonia decidieron levantarse en contra del breve régimen liberal en la madre patria. Después de enfrentarse a Guerrero, Iturbide cambió sus lealtades e invitó al líder rebelde a una junta para discutir los principios de un regenerado movimiento insurgente.
En Iguala, Agustín de Iturbide proclamó tres principios o garantías al México independiente: México sería una nación independiente gobernada por un monarca europeo; criollos y peninsulares tendrían los mismos derechos y privilegios; y la iglesia católica continuaría teniendo sus privilegios y el monopolio religioso en México. Después de convencer a sus tropas que aceptaran estos principios, que fueron proclamados el 24 de febrero de 1821 como el Plan de Iguala, Iturbide persuadió a Guerrero a que unieran sus fuerzas a favor de la nueva manifestación conservadora del movimiento de independencia. Un nuevo ejército, el ejército de las Tres Garantías, fue puesto bajo el comando de Iturbide para defender el Plan de Iguala. El plan satisfizo a liberales y conservadores: la meta de la independencia y la protección de la iglesia católica hicieron posible que todos se unieran al movimiento independentista.








































Acta de independencia.

El Acta de Independencia del Imperio Mexicano fue firmada el 27 de septiembre de 1821 por los miembros de la Suprema Junta Provisional Gubernativa, entre los cuales destacan: Antonio Joaquín Pérez Martínez, obispo de la Puebla de los Ángeles; Juan de O'Donojú, teniente general de los ejércitos españoles, Juan Orbegoso, coronel de los ejércitos nacionales; Pedro José Romero de Terreros, Conde de Jala y Regla, Marqués de San Cristóbal y de Villa Hermosa de Alfaro, gentil hombre de cámara con entrada y capitán de albarderos de la guardia del Virrey; Anastasio Bustamante, coronel del Ejército de Dragones de San Luis, y por los miembros de la Regencia del Imperio mexicano: Agustín de Iturbide, presidente; Juan O'Donojú, Manuel de la Bárcena, José Isidro Yañez y Manuel Velásquez de León (segundo, tercero, cuarto y quinto regente, respectivamente).































































































































































































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